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“Debemos aprender como mujeres a defender nuestros derechos asumiendo nuestro rol como cualquier otro ser humano, es hora de participar de manera activa en el mundo convirtiéndonos en las protagonistas superando todos los obstáculos entonces ocuparemos un espacio importante en la sociedad” (Sandra Botina, Punto Focal de Género. San Miguel, Putumayo, 2021).
En el mundo una oleada de crisis provocada por el COVID-19 amenaza varios de los logros alcanzados por las mujeres. Sus derechos se ven amenazados por el recrudecimiento de la situación de pobreza, los conflictos derivados de la ausencia de recursos y la reorientación de los esfuerzos e iniciativas estatales lejos de la construcción de paz. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, el COVID-19 dejará a 118 millones de mujeres en Latinoamérica en situación de pobreza y si se suma esto al hecho de que las mujeres en esta situación se enfrentan en mayor medida a la Violencia Basada en Género (VBG) asociada a la falta de oportunidades y de tenencia de los recursos o a la dificultad de salir de una situación de estas, hay claras alertas que deben ser señaladas y puestas a consideración en la esfera social, política y económica a nivel mundial.
El panorama es desalentador cuando las condiciones de distanciamiento social aíslan a muchas mujeres y niñas con sus propios agresores y lo es aún más cuando el debate de la prohibición o no de porte de armas vuelve a tomar fuerza en un país como Colombia en el que en el año 2020 el 52% de los feminicidios fueron perpetrados con un arma de fuego, por alguien del entorno cercano, dentro del hogar de la víctima y la mayoría de las veces como resultado de un círculo de Violencia Basada en su condición de género[1].
Debemos comenzar conociendo que género es una construcción social que se asigna y que las personas acceden a este. A lo largo del tiempo se ha desarrollado una lucha por acabar con las desigualdades de género ya que somos testigos día a día de las inequidades entre hombres y mujeres, con la evolución de la sociedad la mujer ha tomado un nuevo rol de empoderamiento en el hogar, en el trabajo u otros oficios en su comunidad comparado con generaciones pasadas pero aún el camino el largo y en la gran mayoría de espacios seguimos estando en desventaja y en algunos de los casos en una especie de subordinación (Sandra Botina, Punto Focal de Género. San Miguel, Putumayo, 2021).
El desarme es un término que describe el proceso gradual de promoción de la eliminación y/o limitación de la producción, distribución, almacenamiento, transferencia y uso de armamento. La CCCM desde que empezó, hace 20 años, trabaja por la promoción de un mundo libre de amenazas a la seguridad humana en el espacio nacional e internacional adhiriendose a campañas referente a las Minas Antipersonal, las armas nucleares, las armas autónomas, las armas cortas y ligeras, las bombas en racimo y los bombardeos en zonas pobladas. En esta línea y convencidos como organización de la posibilidad de contribuir a la construcción de la Paz por medio de la eliminación de las amenazas a la seguridad humana y reconociendo la sinergia entre el desarrollo, la construcción de Paz y el desarme humanitario, la CCCM ha avanzado en iniciativas que apuntan al cumplimiento de estos tres objetivos entendiendo que es un proceso continuo, circular e interdependiente[2].
En Colombia, especialmente en las zonas rurales y más impactadas por el conflicto armado, las asimetrías y desigualdades sociales son una realidad y estan fuertemente arraigadas en las comunidades, por lo que se presentan altos niveles de Violencia Basadas en Género, de normalización y naturalización de las mismas; así como, serios escenarios de discriminación y marginizalización de mujeres, niñas y comunidades LGBTTIQ+ dentro del marco del conflicto armado, tanto como fuera de él. Al hablar de riesgos para la seguridad humana, violencia, conflictos y construcción de paz, aunque sin ser evidente también se habla de género, de construcciones sociales y de estereotipos que perpetúan relaciones desiguales y violentas, ya que la representación de la masculinidad asociadas al control, la violencia, la superioridad y de la feminidad a la vulnerabilidad y debilidad construyen en la mayoría de las sociedad los entramados simbólicos a través de los cuales se le otorga un valor positivo al conflicto como expresión de superioridad y poder masculino y se desvirtúa y descalifica a la Paz como algo débil y pasivo. De esta forma se va comprendiendo el conflicto, la Paz, el uso y proliferación de armas y el desarme desde el género el cual dicta lo que es “aceptable” y deseable según estructuras ideacionales patriarcales que devalúan la construcción de paz al asociarla falsamente a la ruptura de la superioridad masculina.
En consecuencia de lo anterior y reconociendo la importancia de tener acciones transformativas en temas de género que contribuyan a la superación de la falsa superioridad a través de las armas planteada por el patriarcado, la Campaña Colombiana Contra Minas (CCCM), a través de la Acción Contra Minas y el apoyo a las campañas internacionales de desarme ha avanzado en la deconstrucción de estas ideas de género que motivan el continuum uso de las armas que impactan en el desarrollo y la construcción de paz en comunidades afectadas por las mismas. De tal modo la CCCM ha trabajado en la inclusión del reconocimiento del impacto diferencial del conflicto y las armas en las mujeres, niñas, niños y hombres, ha promovido espacios de promoción de liderazgos, empoderamiento y goce efectivo de derechos de mujeres y poblaciones diversas por medio de la ubicación en roles no tradicionales y puestos de liderazgo y ha facilitado conversaciones sobre la equidad, la disminución de la Violencia Basada en Género a través de talleres y actividades sobre temas como la diversidad, las nuevas masculinidades, la prevención de la Violencia Basada en Género a las y los miembros de la organización, sus familias y comunidades.
Entendiendo las actividades de Acción Contra Minas y los espacios de diálogo, decisión y definición de políticas del desarme como espacios en los que se puede y se requieren efectuar acciones transformativas en temas de género que lleven tanto a hombres como a mujeres de la organización al reconocimiento de sus privilegios o la ausencia de ellos y el impacto del género en sus relaciones personales, familiares y comunitarias permitiendo deconstruir ideas de falsas superioridades o vulnerabilidades que permitan aportan a la construcción de una Paz positiva[3] real, inclusiva y equitativa.
El camino aún es largo y aún falta mucho por hacer. Los pendientes, actividades y agencias por promover en el marco del desarme, la construcción de paz y las mujeres, deben partir del reconocimiento de:
- Primero, que en medio de los conflictos armados los marcos violentos tienen causalidad de género —la mayor cantidad de víctimas de homicidio, desaparición forzada e instalación de minas antipersonal son varones; mientras que de la violencia sexual, psicológica y física lo son mujeres—.
- Segundo, que por tanto las circunstancias en las que son violentadas las mujeres requiere de un abordaje diferenciado a fin de comprender las relaciones desiguales de poder que se dan en medio de contextos de tenencia y uso de armas debido a construcciones y justificaciones sociales asociadas a la feminidad y la virilidad razón por la cual las mujeres tienen más probabilidad de ser víctimas de la violencia armada ejercida por hombres que de ser las perpetradoras.
- Tercero, que hoy es más relevante que nunca utilizar espacios como las actividades de la Acción Contra Minas y los espacios de promoción del desarme humanitario para la superación de ideas de género tradicionales que siguen perpetuando lógicas de conflicto y desestabilidad global en la medida en la que es probable que se incrementen o agudicen debido a la crisis asociada a el COVID-19.
- Finalmente, reconocer que las políticas pueden crear o perpetuar privilegios, exclusión y desigualdades por lo que es importante avanzar en la inclusión y promoción de las mujeres en espacios de decisión y promoción del desarme para liderar o acceder a cualquier proceso de construcción y manutención de paz de modo que las políticas e iniciativas de desarme alcancen resultados normativos más inclusivos, eficaces y sostenibles al contar con la percepción y vivencia de las mujeres y poblaciones con identidades diversas.
La CCCM reconoce que las mujeres cumplen muchas funciones en la construcción de la Paz, la seguridad y el desarme como civiles, tomadoras de decisiones, cuidadoras, proveedoras de sustento al hogar, combatientes, defensoras de los Derechos Humanos y en la actualidad están haciendo cambios todos los días, desde los selváticos territorios del Putumayo, pasando por los empinados suelos del noroeste Antioqueño hasta los llanos suelos orientales en el Meta en temas de limpieza del territorio, acompañamiento a sobrevivientes o incluso haciendo parte de campañas internacionales por la promoción multilateral del desarme aún cuando en estas actividades su voz representa menos del 45%. Por eso este mes visibiliza activamente que en el marco de estas fechas no se festeja a esos seres inalcanzables y dadores de vida, se recuerda que, a pesar de avances, aún hay muchos problemas y son grandes sobre todo en temas de seguridad en donde las armas no solo constituyen un arma letal, sino también una herramienta para ejercer el control bajo amenazas e intimidación especialmente hacia las mujeres; este mes la CCCM se suma a las iniciativas para intentar resolver esos problemas que día a día cuestan la vida, la dignidad y la seguridad de mujeres y niñas alrededor del mundo, reconociendo los avances, los muchos pendientes y avivando el compromiso por un mundo más equitativo, justo y libre de amenazas a la seguridad humana.
Con esto en mente la CCCM continuará reconociendo y promoviendo la visibilización del impacto diferenciado de las armas a razón de la identidad de género, la orientación sexual y los roles asociados al género, impulsando y promoviendo nuevos liderazgos y roles de género con habilidad para construir y transformar los territorios y haciendo visible que las mujeres tienen su lugar en espacios tradicionales del desarme. También continuará haciendo visible la relación interdependiente entre desarme, desarrollo y construcción de la Paz desde una incorporación de la perspectiva de género que contribuya a comprender los estereotipos de género que existen en el discurso del sector de la seguridad sobre el desarme y la Paz en donde una deconstrucción de la masculinidad patriarcal en paralelo a una edificación de espacios más equitativos, liderazgos empáticos y no totalitarios, combinados con la formación en habilidades para la Paz permita alcanzar un desarrollo y un desarme sostenible.
[1] De acuerdo al Estudio Global Sobre feminicidios ONUDC (2019) el 58% de mujeres en el 2017 al rededor del mundo fueron asesinadas por alguien de su entorno íntimo
[2] La carta de las naciones unidas en el Art 26 reconoce el desarme como una condición previa para la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible.
[3] La paz positiva es un concepto de los estudios de Paz que hace referencia a la ausencia de violencia tanto directa como estructural o indirecta, en donde además se coincide con situaciones de justicia, cooperación y plenitud los derechos humanos.
Equipo de género CCCM
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