Como dijimos en el año 2000, sin el fin del conflicto armado interno de nuestro país, las minas antipersonal, MAP, las municiones sin explotar, MUSE, y los remanentes explosivos de guerra, REG, continuarán siendo una amenaza para la vida de quienes viven en zonas alejadas de nuestra geografía.
Dicha convicción, explica la alegría y compromiso que tenemos como organización y como personas con los acuerdos logrados en la mesa de La Habana.
El Gobierno y las FARC han demostrado que es posible avanzar en medio de las mayores dificultades, que el odio no es el camino eterno de nuestra sociedad y que aún en las circunstancias de mayor dolor, hay posibilidades de construir encuentro y visión conjunta en la humanidad.
Los sobrevivientes de los accidentes con MAP, MUSE y REG, han expresado en diversas ocasiones, su disposición a avanzar en la construcción de una sociedad en paz porque, nadie mejor que ellos y sus familias, para comprender los dolores causados por esta confrontación.
La experiencia Piloto, desarrollada entre miembros del ejército y de las FARC en los departamentos de Antioquia y Meta logró construir confianza durante el desarrollo del proceso y hermanar en el dolor por el accidente en el que murió uno de los integrantes del equipo conjunto a antiguos adversarios. La confianza construida rendirá frutos en el desarrollo de la etapa del pos-acuerdo en que nos adentramos como país.
Las minas son parte importante de los contenidos del acuerdo, en los puntos de Cultivos ilícitos, Víctimas y Fin del conflicto está presente la acción y responsabilidades de miembros de las FARC en la acción integral contra las minas antipersonal.
Las organizaciones civiles de desminado humanitario estamos prestas a atender los desafíos del pos acuerdo, en especial la CCCM que es la primera organización civil nacional que ha sido acreditada. Todas las ODH estamos trabajando conjuntamente y en coordinación con el DAICMA como autoridad nacional para atender las demandas de las comunidades que buscan estar seguras en sus territorios al tiempo que se abran para ellas los espacios de desarrollo e inclusión que ambicionan.
El acuerdo con las FARC no es el fin de la amenaza, ni del uso de minas en nuestro país pero sí es un gran salto que se suma a la cadena de procesos de acuerdos que tuvo inicio en la década de los 90 entre las insurgencias armadas y el Estado Colombiano. Esperemos que el ELN se sume a un escenario de diálogos para conseguir definitivamente una Colombia libre de minas.