Las Armas Nucleares producen serios efectos humanitarios y daños medioambientales. Son explosivos con un alto poder de destrucción, están compuestas y diseñadas con energía nuclear, la cual, al momento de la detonación, liberan una fuerza devastadora de calor. La lluvia radioactiva que estas armas de destrucción masiva desatan causa efectos en la salud a largo plazo, estragos en el medio ambiente y desplazamiento forzado entre otros efectos indiscriminados y desproporcionados en las comunidades y la sociedad civil.
Las consecuencias catastróficas humanitarias y medioambientales, los efectos nocivos en relación a la salud humana, el medio ambiente y la permanencia de las comunidades en un territorio impactado por estas armas debido a los efectos de larga durabilidad de la energía nuclear y la lluvia radioactiva, hacen de las armas nucleares y sus ensayos una amenaza latente a la seguridad humana por lo que diversas organizaciones de la sociedad civil y Estados alrededor del mundo se han unido exigiendo el fin de estas armas y sus ensayos.
Un ensayo nuclear consiste en la detonación de un arma nuclear con fines experimentales, para ver la potencia de un arma, su capacidad destructiva, aunque se han detonado bombas nucleares con otros fines, como propagandísticos, para extraer combustible o realizar algún pozo de grandes dimensiones. Los ensayos nucleares se clasifican según donde hayan tenido lugar, como atmosféricas, estratosféricas, subterráneas o submarinas. Sea como sea, los ensayos nucleares traen consecuencias devastadoras para el entorno donde se realizan, tanto inmediatos como a largo plazo.
El Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares desempeña una función crucial en el régimen de desarme y no proliferación nuclear. Fomenta la paz y la seguridad internacionales al limitar el desarrollo de armas nucleares. Por nuestra seguridad colectiva, ha de hacerse todo lo posible para que este esencial tratado entre en vigo
Antonio Guterres Secretario General de las Naciones Unidas.
De acuerdo al Ministerio de Asuntos Exteriores de Colombia “Colombia es un país comprometido con el régimen de desarme y no proliferación, y por ello, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores se ha promovido la participación responsable del país en los escenarios multilaterales en el ámbito regional y global relativos a la lucha contra el desvío y el tráfico ilícito de armas convencionales; el desarrollo, producción, almacenamiento, empleo y proliferación de las armas de destrucción masiva y las armas de impacto humanitario”
A raíz de ellos en lo que respecta a las Armas nucleares colombia firmó el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) el 1 de julio de 1968 y lo aprobó mediante la Ley 114 de 1985, entrando en vigor el 30 de abril de 1986. En esta línea el 24 de septiembre de 1996 suscribió el Tratado para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (TPCEN) ratificando el 29 de enero de 2008. No obstante, hasta la fecha, 186 Estados han firmado el Tratado y 174 lo han ratificado. Para que el tratado entre en vigor debe ser ratificado por varios de los Estados que poseen capacidades nucleares importantes así que queda mucho por hacer.
Las armas nucleares son las armas más inhumanas e indiscriminadas jamás creadas. Tienen consecuencias humanitarias y ambientales catastróficas que abarcan décadas y atraviesan generaciones; generan miedo y desconfianza entre las naciones, ya que algunos gobiernos pueden amenazar con acabar con ciudades enteras en un abrir y cerrar de ojos; el alto costo de su producción, mantenimiento y modernización desvía los fondos públicos de la atención médica, la educación, el socorro en casos de desastre y otros servicios vitales. Prohibir estas armas inmorales e inhumanas en virtud del derecho internacional fue un paso crítico en el camino para ponerles fin.
¿Qué puedes hacer tú?