Entrevista a Irene Manterola, directora de Handicap International Colombia
Nacida en París (Francia) y profesora de profesión, Irene Manterola decidió hace más de veinte años cruzar el Atlántico para dedicarse a la cooperación al desarrollo. Empezó con aquello para lo que se había formado: enseñando educación por la paz, para la salud, formando a docentes y posteriormente como gestora de proyectos en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Hace 11 años se incorporó a las filas de Handicap International –organización no gubernamental que trabaja en más de 60 países en la prevención y atención de la discapacidad y en proporcionar apoyo a las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad- como representante en Cuba. Manterola sabe lo que es la distancia y vivir en un país a kilómetros de sus seres queridos. Hace casi dos años aterrizó en Colombia, donde le encargaron el reto de rediseñar la estrategia de Handicap, adaptándola al contexto de un país en busca de la paz y con una fuerte apuesta por la Acción Integral Contra Minas.
El pasado mes de octubre la organización recibió la aprobación del Ministerio de Defensa de Colombia para iniciar la última fase del proceso de acreditación como operador de desminado humanitario. En ella deberán desplegar sobre el terreno sus equipos técnicos y humanos que posteriormente serán evaluados. De recibir este último aval, se convertiría en la segunda organización civil que realiza tareas de desminado humanitario en el país, después de The Halo Trust, y se sumaría a los esfuerzos del Batallón de Desminado Humanitario del Ejército colombiano (BIDES).
¿Cuál ha sido la trayectoria de Handicap International en Colombia y hacia dónde apunta?
Nosotros nacimos en los campamentos de refugiados de Camboya con proyectos de atención a personas con discapacidad física producto de la guerra e incidencia muy fuerte sobre el tema de las minas antipersonal, que nos valió el co-Premio Nobel de la Paz en 1997. Aunque somos más conocidos por la cooperación al desarrollo en todos los temas de discapacidad, un pilar importante de Handicap International es la Acción Integral Contra Minas y el desarrollo de sus cinco ejes. También la ayuda humanitaria de urgencia y de crisis crónicas, como por ejemplo, lo que estamos haciendo en Siria, en el norte de Mali o en Costa de Marfil.
En Colombia se inició solamente con la cooperación al desarrollo en el 98, después del desastre de Armero, cuando empezamos a trabajar en talleres de preparación de próstesis y órtesis y se montaron centros de rehabilitación. Nos quedamos un tiempo con ese perfil, un perfil de asistencia a personas con discapacidad, por motivos genéticos o de la violencia, y en específico por accidentes de minas antipersonal. Pero realmente la naturaleza de la asociación es responder al contexto del país con todo lo que podamos de experticia.
Y esa es un poco la idea ahora. Estamos aquí desde el 98, se ha hecho bastante trabajo sobre todo a nivel comunitario, en cuanto a rehabilitación, asistencia a víctimas, también se ha trabajado fuerte en los movimientos asociativos y ahora estamos poniendo mucha energía en la inclusión socioeconómica de las personas. Pero nos parecía que nos faltaba algo para responder realmente a la necesidad de Colombia y sobre todo en el momento que se avecina, que podría ser el posconflicto, y queremos entrar con una propuesta más integral todavía porque consideramos que el momento requiere que se unan todos los esfuerzos posibles para lograr realmente consolidar la paz.
¿En qué países tienen experiencia como operadores de desminado?
La gran experiencia nuestra ha sido Mozambique, digo la gran experiencia nuestra porque por lo menos fue una experiencia que se realizó con toda la Acción Integral Contra Minas y que el pasado mes de septiembre se declaró libre de sospecha. Pero también tenemos mucha experiencia en Laos, donde todavía estamos desminando, también estamos en Kobane (Siria,) en el norte de Mali y en El Líbano.
¿En qué momento empezaron en Colombia el proceso de acreditación, cuánto está demorando y qué dificultades están encontrando en el proceso?
Ese proceso es tan largo que aún no lo hemos terminado. Estamos medio satisfechos porque hemos culminado la primera parte que es la más complicada, la administrativa y de procedimientos operacionales. Aunque todavía nos falta la autorización de la Comisión Intersectorial Nacional de Acción Integral Contra Minas Antipersonal (CINAMAP), el Ministerio de Defensa nos ha dado el aval para avanzar.
Empezamos a analizar la cuestión del desminado humanitario después de la Conferencia Mundial sobre la atención a las personas en situación de discapacidad y sobrevivientes de minas antipersonal que hubo en Medellín en abril de 2014. Ahí empezamos a hablar un poco con todos los actores considerando que era el momento y que era importante no dejar el desminado humanitario solamente en manos del BIDES y The Halo Trust, ya que realmente la dimensión del problema en Colombia ameritaba que todos nos pusiéramos a trabajar.
Empezamos el proceso como tal a partir de noviembre del año pasado y solamente en octubre es que hemos logrado la parte de la acreditación administrativa y operacional. Ahora nos falta la validación en la práctica, es decir, que ahora nos corresponde contratar los equipos de desminado, formarlos y pasar una última evaluación sobre la aplicación de nuestros procedimientos operacionales. Eso suele ser rápido, lo que se demora es el tiempo que pasa para que uno pueda preparar sus equipos y las condiciones materiales.
En comparación con otros países ¿el proceso de acreditación ha tenido alguna característica especial en Colombia?
Creo que cada país tiene sus características. Aquí ha sido complicado el tema de los procedimientos operacionales porque el estándar colombiano es muy particular y adaptar los procedimientos internacionales a los colombianos ha sido un poquito complicado. Yo entiendo que eso lo están flexibilizando ahora y, por ejemplo en nuestro caso, al final se aceleró mucho el proceso. La ventaja que hemos tenido nosotros es que The Halo Trust pasó antes y definitivamente fue una gran lección para nosotros. También tuvimos la ventaja que ya estábamos en el país, no tuvimos que hacer toda la legalización de la organización, cosa que para otras entidades puede ser un poco engorroso, pues se suma todavía una tarea administrativa más. Pero yo creo que el que venga detrás de nosotros va a tener mejores posibilidades porque ya son dos organizaciones civiles que se están acreditando y ha sido una lección para todos, incluido para la DAICMA y la OEA.
¿Considera que este proceso podría ser facilitado?
Hay una decisión política que debe tomar Colombia. Si realmente quiere cumplir con los compromisos y metas que asumió con la firma del Tratado de Ottawa, va a tener que tomar una decisión y facilitar los procesos a las organizaciones de desminado humanitario. Siempre debe haber un respeto por los procedimientos porque es una cosa seria y hay que poder entregar calidad y seguridad, pero sí creo que todo el proceso administrativo puede ser facilitado y me atrevería a decir que las últimas señales que tuvimos de la DAICMA van en ese sentido. Creo que hay conciencia de que aquí sobra trabajo y, sin embargo, no sobran organizaciones, así que van a tener que facilitar los procesos para que podamos sumar todos los esfuerzos y lograr desminar el país.
¿En qué zonas o departamentos Handicap International tiene pensado empezar sus operaciones?
Todavía no podemos optar por un departamento a estas alturas hasta que no tengamos la acreditación operacional. Ahora, obviamente nosotros tenemos preferencias ya que no traemos sólo una propuesta de desminado como tal, sino una propuesta de Acción Integral Contra Minas que incluye la Educación en el Riesgo de Minas, los estudios no técnicos, el despeje, la asistencia a las víctimas y la reapropiación de la tierra por las comunidades. Por ello, para nosotros es importante que sean zonas donde Handicap International ya tiene un trabajo elaborado porque para restablecer esta confianza con la comunidad es importante que nos conozcan como un actor imparcial. Es importante también porque creo que nos va a permitir adelantar trabajo. Tenemos algunas ideas pero no me atrevo a decirlo ahora.
¿Qué papel juega la comunidad en todo este proceso?
La idea es hacer todo con la comunidad, desde los estudios no técnicos, la Educación en el Riesgo de Minas y la marcación de territorios, hasta la participación en el desminado para volver después a apropiarse de esos espacios que han sido desminados. Y, más allá de te los entrego, es cómo te acompaño para recuperar la confianza: para qué los usamos, cómo los usamos, cómo trabajamos la participación, los espacios sociales, los espacios de encuentro de la comunidad, cómo alrededor de esos espacios generamos otros para hablar, compartir, … lo que nosotros llamaríamos recuperar su vida, no solamente recuperar su tierra. También para nosotros es ser inclusivos, toda la gente que fue víctima de la violencia o de un accidente de mina, incluso personas que pueden ser víctimas por otros motivos, cómo logramos reconstruir el tejido social de una comunidad y en eso en Colombia tenemos más experiencia que en el desminado. Por supuesto que todo esto va acompañado de proyectos socioeconómicos porque la generación de ingresos nos parece muy importante, la parte económica en el desarrollo y la paz es esencial, es difícil hablar de paz cuando no logramos un mínimo de desarrollo económico.
¿Cómo funciona la adjudicación de territorio a los operadores de desminado?
La DAICMA tiene publicado una lista de municipios priorizados, a la que últimamente incorporaron 14 más, lo cual es muy interesante porque ya estamos pasando de municipios verdes, donde el desminado tiene muy poco impacto, a municipios amarillos. La idea es que el proceso de paz con las FARC facilite también el desminado en zonas que actualmente son rojas para que tenga un impacto mayor en las comunidades. En esas listas, las organizaciones solicitan municipios y, hasta la fecha, mientras no se cambie el estándar, tenemos la responsabilidad de entregar el municipio completo. Esto ha sido una pérdida de tiempo porque realmente hay zonas que deben ser priorizadas y no obligatoriamente todo el municipio, entonces la buena señal es que sí se está reflexionando en esa dirección y hay bastante consenso en partir de los estudios no técnicos para poder definir las áreas de prioridad.
¿Quién se encargará de las tareas de desminado humanitario y cuántas personas estarían implicadas?
En una primera fase estamos pensando en dos equipos de estudio no técnico y de desminado, es decir, 24 personas. La idea es contratar personal lo más local posible, acercarnos a las zonas que nos gustaría que nos asignen para el desminado, buscar la base de entrenamiento y hacer los entrenamientos a partir de los procedimientos operacionales que hemos planteado. Por supuesto que ahí si vendrían personas del exterior para formar y enmarcar el proceso de desminado de forma técnica y segura. Hasta ahora estamos en ese trabajo de la contratación y de formalizar los contratos con el jefe de operaciones.
En cuanto a la formación, consiste en varios módulos. Uno se demora aproximadamente un mes para formar a los equipos y hay diferentes niveles: unos se van a formar de supervisores, otros de desminadores, otros se formarán solo para los estudios no técnicos, para ser enlace comunitario, etc. Hay diferentes tipos de personas que incorporan un equipo, más todo el personal médico, el personal de seguridad y de logística que está alrededor y que es muy importante.
¿En cuánto tiempo prevé que tendrán el aval para empezar las tareas de desminado humanitario?
Eso depende más de nosotros que del Gobierno porque el Gobierno requiere que uno lo avise como 20 días antes para poder mandar los equipos de evaluación de la práctica en el terreno y eso se hace en muy poquitos días. De lo que dependemos ahora es de nuestra propia capacidad de contratar los equipos, de ir a buscar las bases de entrenamiento, de equipar a las personas y empezar a implementar los módulos de entrenamiento para que el personal esté listo.
¿Qué retos de desminado ha identificado Handicap International que presenta Colombia respecto a otros países?
Primero, Colombia es todavía un país en guerra, eso es un reto grande para el desminado humanitario, siempre. Otro tema es que son múltiples los actores que ponen minas y que son cincuenta años de guerra. Lograr la confianza de las comunidades tampoco es un proceso fácil, por eso es que insistimos en trabajar en zonas donde ya nos conocen porque creo que ya hay una relación de confianza preestablecida que nos va a facilitar mucho el trabajo.
¿Por qué es tan importante el desminado humanitario en un país como Colombia?
El desminado humanitario, además de poder salvar vidas, es también una forma de volver a entregar tierras, confianza a la comunidad. Hay muchos lugares donde se sospecha que hay minas y en realidad no las hay, ese es uno de los legados de 50 años de guerra. Solo el poder quitar el miedo y poder restablecer la confianza me parece que va a ser esencial para llevar un proceso de paz después y, sobre todo también, un proceso de desarrollo socioeconómico. Pienso que muchos de los problemas que padece Colombia no son por la violencia en sí, la violencia es un síntoma de un problema socioeconómico, de desigualdad mucho más profundo.
¿Por qué es importante que se establezcan diferentes operadores civiles para llevar a cabo las tareas de desminado?
Justamente estamos hablando de confianza y yo creo que el actor civil, por lo general, es un actor imparcial, neutral, que viene con todos los principios humanitarios. Para la comunidad es un factor de confianza y la confianza en el desminado genera información y la información es la clave del desminado. No todos los actores son civiles, pero por lo general muchos traemos un enfoque mucho más participativo con la comunidad, más orientado hacia su desarrollo, hacia el enlace con otros organismos que permitan, esperamos en el futuro, la restitución de tierras y el retorno de poblaciones desplazadas.
Tenemos la capacidad, habiendo trabajado otros aspectos del desarrollo en Colombia, de poder unir y darle una utilidad al desminado humanitario que sea la base realmente de la construcción de confianza con la comunidad y de la recuperación de los suelos.
¿Qué recomendaciones le haría a una organización que quiera iniciar el proceso de acreditación en el país?
Para nosotros fue muy importante apoyarnos en las delegaciones diplomáticas aquí, como decíamos hay una decisión política detrás de todo y es importante darse a conocer con las personas que toman decisiones en este tema: con la DAICMA, la OEA, UNMAS, fueron aliados muy fuertes, pero no sobran fuerzas. Nosotros involucramos mucho a la embajada de Canadá, de Suiza, de Francia, de Bélgica, aprovechamos la Conferencia de Dubrovnik sobre la Revisión de la Convención de las Municiones en Racimo y para hablar con el general Óscar Naranjo. No hay que ahorrar espacios y darse a conocer. Nos ayudó mucho también Halo Trust. Creo que nos tenemos que ayudar entre organizaciones civiles, no nos pongamos a competir, hay espacio para muchos y debemos darnos la mano y hacer un trabajo conjunto.